viernes, 15 de julio de 2011

Mera, corazón

Me llegó hace poco el siguiente mensaje de un colega a mi cuenta de correo electrónico del Banco:

Hola corazon,
Este es el doc que “traduje” jijij
Hubo un término que no sé como traducir (chance find procedures) ahí lo veras subrayado para que te contextualices. Cuando podas lo lees y me comentas.
Como te ha ido, que te tienen haciendo?


Mi primera reacción fue: “¿Y este quién se cree que es? ¡Qué pantalones!”. Pocas cosas me molestan más que cuando un hombre (que el 99,9% de las veces no me conoce) me trata de mi amor, corazón, bebé, nena, mami, ma, bella, preciosa, o cualquier variante de estos sustantivos.

Esa oración se presta a ser malinterpretada. No es que no me gusten los cumplidos. Todo lo contrario, de hecho, no hay nada más hermoso que un “mi amor” susurrado en el momento atinado. Sin embargo, “pasa por la próxima ventanilla, mi amor”, “no mami, el CESCO de Bayamón queda a la izquierda” o bien “corazón, revísame este documento” no tienen en lo absoluto el mismo efecto.

La razón por la que me molesta tanto el uso de estos términos es porque siento que a menudo se usan para denigrar a la mujer. Nunca he visto a un hombre tratar a otro de mi amor, corazón, bebé, o algo por el estilo. Ellos se tratan de tú a tú, por no decir de usted y tenga. Y ahora que lo pienso, rara vez he visto a una mujer tratar a un hombre de mi amor en el ámbito profesional. Ni hablemos de cómo se tratan las mujeres entre sí. Por desgracia, somos nuestras peores enemigas.

El tratar a una mujer de “mi amor” en un su lugar de trabajo desvirtúa el profesionalismo que ahí debería (fíjense en el uso del condicional) reinar. La situación es aún más grave cuando se le pide a mi amor, honey, bebé, chulita, linda que realice una tarea que no forma parte de sus responsabilidades laborales. La mayoría de las veces la tenemos que hacer en pro del bienestar en la oficina. ¡Dios nos libre de que se nos acuse de no trabajar bien en equipo!